Fue a comienzos de los 90. Se advertía ya que los capitales -antes que los migrantes- ocupaban la tierra, y la despoblaban con implacables métodos. Era bueno entonces valorar a las familias rurales y las formas de producción tradicionales que corrían riesgo de ser arrasadas por el ímpetu sojero. De allí surgió Mayu Ediciones, y el proyecto de un primer título "La producción tradicional como alternativa de desarrollo". Sería una una obra colectiva, de modo que convoqué a varios especialistas; allí estaban Néstor René Ledesma (ecología), Héctor Abatedaga (fauna), Ada Albanesi (pastizales), Judith Ochoa (tuna), Ramón Álvarez (cabras), entre los que recuerdo; también que tuvimos una reunión en un conocido bar de la Avellaneda, frente a la plaza Libertad, que ya no existe. Ahora no sé bien que faltó para que la obra avanzase.
Mayu también pensaba producir material para los numerosos técnicos y voluntarios que trabajan en el sector rural, desde sus comunidades, el Estado o las ONG's, necesitados de material sobre juventud, género, familia, política, y hasta sociología de bolsillo.
Además, pensamos en un diseño básico (o plantilla) para la historia de ciudades medias. Luego de visitar en 1991 la ciudad donde había nacido, tomó forma el plan de "Ameghino, su historia y su gente". Se basaba en datos de archivo, en bibliotecas, y mapas catastrales, pero también en prensa local e historia oral, que requería al menos un mes de residencia en el lugar.
Se trataba de una experiencia apasionante, porque alentaba el sueño del escritor junto con el del socio-antropólogo que retorna a su tierra. Envié el proyecto al intendente, en 3 páginas, la última de las cuales era el presupuesto. A mi criterio, el libro era una magnífica oportunidad para la ciudad, que en ese momento disputaba la primacía regional. Aunque no fue considerado prioritario -lo que expresa la prudencia de las autoridades de mi pueblo, que valoro en grado sumo- Ameghino logró dos años después ser reconocida como cabecera de su propio partido, el 127° de la provincia de Buenos Aires. Así como hasta un pelo hace su sombra en el suelo, todo proyecto, aun secreto, gravita sobre su tiempo.
Al poco tiempo, con parecido esquema, ajustado a fuentes locales, surgieron proyectos sobre Quimilí y Pinto, en vísperas de aniversario. Esto abría el campo hacia las historias locales, desatendidas en grado sumo. En ese momento pensé que tenía que escribirlas; veinte años después, compruebo que en cada sitio hay escritores/as para narrarlas, y que la tarea consiste en conocerlos, alentarlos, y acordar un esquema de trabajo que pueda dar pie a obras semejantes en su complexión, espíritu, y rigor informativo.
Mayu (río, en quichua) propone un ñan (sendero, idem) que conduce a la sumaj ashpa, y como tal está aún abierto a la navegación.
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